jueves, 23 de abril de 2015

CORONEL DE ABRIL POR FERNELY LEBRÓN



Para los dominicanos el mes de abril representa algo especial y si nos mencionan el día 24 de ese mes y nos recuerda el año 1965, y es entonces cuando llega a la memoria la imagen y arrojo de muchos hombres y mujeres valientes, que, decididos, no dudaron en defender con las armas la constitucionalidad.
Con este lienzo cubierto de óleo rindo homenaje a nuestros valientes y a Francisco Alberto Caamaño Deñó, el CORONEL DE ABRIL.
¡Cuando falta hace!
— Óleo sobre lienzo / 58" x 40"
— Autor: FERNELY LEBRÓN

lunes, 20 de abril de 2015

Nada permanece tanto como el llanto, por Jacques Viau Renaud, combatiente constitucionalista, muerto en la contienda de 1965

Jacques Viau Renaud
1941 - 1965

I
Artista Jochy Muñoz lee ante la tumba de Jacques Viau Renaud en el viejo cementerio de Santo Domingo.


¿En qué preciso momento se separo la vida de nosotros,
en qué lugar,
en qué recodo del camino?
¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor
para decirnos adiós?
Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas.
Nada ha dolido tanto a nuestro corazón
como colgar de nuestros labios la palabra amargura.
¿Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo?
¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento
para romper nuestras venas
y saborear nuestra sangre?
Caminar... ¿Hacia dónde?
¿Con qué motivo?
Andar con el corazón atado,
llagadas las espaldas donde la noche se acumula,
¿para qué?, ¿hacia dónde?,
¿Qué ha sido de nosotros?
Hemos recorrido largos caminos.
Hemos sembrado nuestra angustia
en el lugar más profundo de nuestro corazón.
¡Nos duele la misericordia de algunos hombres!
Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende?
Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea?
Todo ha sido arrastrado por las rigolas.
No supimos dialogar con el viento y partir,
sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida.
Nos depositamos sobre nuestra sangre
sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía
o se derramaba combatido y combatiendo.
¿Qué silencios nos quedan por recorrer?
¿Qué senderos aguardan nuestro paso?
Cualquier camino nos inspira la misma angustia,
el mismo temor por la vida.
Nos mutilamos al recogemos en nosotros,
nos hicimos menos humanidad.
Y ahora,
solos,
combatidos,
comprendemos que el hombre que somos
es porque otros han sido.


II


Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
Basta con apretar un botón
y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia.
Ni es necesario argüir que desprecia al amo.
Basta con proclamar -ceñuda la frente-
que comprometía la existencia de veinte siglos.
Veinte siglos,
dos mil años de combatida pureza,
dos mil años de sonrisas clandestinas,
dos mil años de hartura para los príncipes.
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
La noche,
los rincones,
no,
nada de eso sirve ya.
Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas.
No cuenta el asesinato con los pacientes,
No cuenta el príncipe con los sumisos.
Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera.
Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio.
El día irredento ha postergado la resurrección del hombre.
Y los otros,
Aquellos que presencian la matanza sentenciando:
"Locos, habeis tocado a la puerta de la muerte
y ella se quedó en vosotros!"
Esos
Solo saben predecir la muerte,
No han aprendido a combatirla.
No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón
Ni a ganar la patria para el hombre.
Y el sumido, ¿qué hace?
¿Dónde deposita su silencio?
¿En qué lugar del corazón teje la venganza?
Nadie lo sabe.
Todos le han olvidado.
Se ha dictaminado que su morada sea la sombra,
que el pan deshabitado sea su alimento,
que el pico le prepare el lecho
y la pala le cubra el corazón.
¿Qué es el hombre combatido?
Nadie lo recuerda.
Lo visten los trapos.
Lo arrojaron en la parte trasera de la casa
y allí
con los residuos
un guiñapo se amontona.
Las llamas se extinguen.
Se arrinconan los hombres en una sola sombra,
en un solo silencio,
en un solo vocablo,
en un llanto solo
y cuando todo sea uno,
uno el llanto y el vocablo uno
no habrá paz sobre la tierra.
¿No habrá paz?
Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre,
los que jamás contaron con los sumisos,
amasarán con sangre su propia podredumbre.
¡No habrá paz!
¡Llanto para quebrar el llanto,
muerte para matar la muerte!

Jacques Viau Renaud


Abril es siempre hoy, por Elsa Báez


Abril es una bala
atravesando el viento.
Una ráfaga audaz.
Alarido sin tiempo.

Es un camino abierto
trillado entre los pechos,
edificando soles,
comiendo versos.

Abril es libro abierto.
Un resplandor de luz,
la llama de un deseo...
bandera ondeando al aire,
mano en el pecho.

Abril es tirar piedras
o panfletos secretos
Abril es siempre hoy:
nuestro primer beso.

Elsa Báez

Abril por Elsa Báez


Como cada año,
abril se detiene en la cabeza del puente,
con su fusil oxidado y sus tropas combatientes.
Intenta bajarse y cae,
Al intentar levantarlo,
sus cicatrices se posan en mis ojos...
Me sujeta y lo sujeto,
hasta que deja de girar el suelo.
Sentados, empieza a quitarse una bota
y al inclinarla, la sangre se expande...
Se saca la otra y el fuego consume sus manos.
Abril ahora es un cuadro
colgado en las paredes,
es una serie de números,
es casquillos en los rieles.
Indecisa, camino entre voces
que agujerean mis piernas ,
mientras el canto ensordece mis huellas.
Abril fue tierra firme, hoy es solo hojas secas.
Y me empino en lo alto
a desconectar el cielo,
porque abril se me muere
y se lleva a sus héroes consigo.

Elsa Báez

sábado, 18 de abril de 2015

La dictadura militar norteamericana de ocupación de 1965 - 1966

Por José Antinoe Fiallo Billini


La ocupación militar norteamericana que se iniciara el 28 de abril de 1965 es el hecho más importante que determinará, a largo plazo, la reorganización contrarrevolucionaria del Estado dominicano, y por ende, la recomposición de las fuerzas históricas que se enfrentarán a lo largo de los 20 años posteriores.



Antecedentes de la Política Armada Norteamericana


La crisis histórica de la dictadura burguesa trujillista coincide con la reestructuración del estado norteamericano, fundamentalmente de su aparato militar, en la medida en que la administración Kennedy se planteó la variación de la estrategia militar, con el objetivo de sustituir la vieja concepción de la “represalia masiva nuclear” que era el eje de la organización de la defensa y seguridad norteamericanas.

En ese orden, la administración Kennedy asumió esa reestructuración que tenía como elemento fundamental la necesidad de organizar y ejecutar estrategias militares y políticas contrainsurgentes, a fines de impedir el desarrollo de los movimientos de liberación nacional y las guerras revolucionarias.  Esto significó una combinación del desarrollismo aliancista (Alianza para el Progreso) con estrategias de “seguridad nacional”, y por tanto, un replanteamiento del papel y organización de las fuerzas convencionales, entre otras, de los ejércitos de tierra.

Bahía de Cochinos (la heroica Playa Girón de los cubanos) y Vietnam serán dos ejemplos concretos de esta política, donde el estado central dominante norteamericano comenzaba a dar, a los cuadros militares y de seguridad, una práctica más beligerante en su política a escala mundial, por un lado, y por el otro, a traspasarles la función de protectorado sobre los mandos militares de los ejércitos de los países periféricos.


Es un momento clave de la internacionalización del mando único de la contrarrevolución a escala mundial, pero, en el caso dominicano, será un proceso de mayor lentitud, en la medida en que Rafael L. Trujillo, que todavía el 29 de mayo de 1961 estaba vivo, ejercía una hegemonía absoluta sobre los mandos militares superiores dominicanos, sin ninguna mediación o asesoría absoluta exterior a los recursos propios de la dictadura trujillista.

Es el momento de su ajusticiamiento el que devela, de manera clara, la necesidad norteamericana de organizar un relevo en la dictadura de la fracción trujillista, lo que queda demostrado con la participación de los mecanismos de seguridad e inteligencia de Estados Unidos, en el propio ajusticiamiento, y el intento, al través del general Román Fernández, de garantizar el control militar por la vía del golpe de Estado en la cúpula militar trujillista.

Como sabemos, el plan integral de relevo por la vía puchista fracasó y ello determinará un largo período de deterioro de la capacidad de la política armada de las distintas fracciones criollas de la burguesía.


Crisis de la Política Armada de la Burguesía Criolla


La crisis de hegemonía que se abre con el ajusticiamiento de Trujillo se refleja de manera inmediata en la quiebra de los servicios de seguridad, los cuales, cumplían una función supramilitar en la estructura político-militar dominicana, y en dependencia directa de la jefatura superior de la dictadura.  La crisis de los servicios de seguridad que comienza con la “disolución del SIM” (Servicio de Inteligencia Militar), expresa la pérdida de la capacidad de “rastreo” tipo radar, del estado, sobre todo, de un estado en crisis.

En ese orden de ideas, al debilitarse progresivamente esa capacidad, corresponde a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas asumir toda la política armada, incluso la preventiva y de inteligencia, con lo que traspasan a su relación con la sociedad civil, el cúmulo de contradicciones y demandas democrático-burguesas que se abren a la caída de la forma trujillista de la dictadura.

Esta crisis de la política armada de la dictadura de clase se expresa a lo largo de los años 1961, 1962 y 1963 en un proceso de profundización del deterioro de la misma.  Sobre todo porque el aparato militar comienza a fraccionarse alrededor de los sectores de la burguesía de los funcionarios trujillistas (balaguerismo), la burguesía tradicional, el boschismo y sectores del movimiento popular como el catorcismo.

En este contexto, la burguesía extranjera que se articula estrechamente a las fracciones de la burguesía tradicional con el control del Consejo de Estado, pretende rápidamente restaurar la capacidad de respuesta de la política de seguridad del estado, así como también la readecuación de las fuerzas armadas a la estrategia contrainsurgente del estado norteamericano.

Se inicia la ayuda a la Policía Nacional (“primera línea de defensa”) y se establece la asesoría de un cuerpo militar norteamericano, el conocido con las siglas de MAAG (Grupo Militar de Asesoría y Asistencia), fundamentalmente en el año 1962, proceso que corre paralelo a la presencia norteamericana en la sociedad política “civil”.  Asistimos, pues, a la instalación de la burguesía extrajera y sus cuadros civiles y militares de manera física, en la alianza de clases burguesa en el estado periférico que llamamos”dominicano”.  Ya para este año estaba aprobado el “plan de contingencia militar para República Dominicana”, es decir, la segunda ocupación militar norteamericana, plan que había sacado sus primeras garras el 19 de noviembre de 1961 con la presencia del portaaviones “Boxer” y sus cazas de combate violando el espacio aéreo dominicano y el mar territorial.


Contrainsurgencia y Estado


Cuando se realizan, pues, las elecciones de diciembre de 1962 ya estaban establecidas las respuestas estratégicas de la burguesía extranjera en el estado dominicano, las cuales eran dos, fundamentalmente.

En primer lugar, fortalecer el aparato militar y policial, a los cuales se les dotaría de mayores y mejores recursos de contrainsurgencia urbana y rural, tratando de que estos aparatos remodelados se insertaran en un proceso político desarrollista al calor de los planes ‘aliancistas’ para República Dominicana.  Los cuadros civiles, militares y de inteligencia norteamericanos se insertaban en la sociedad política para garantizar que los cuadros “criollos” pudieran librar una lucha exitosa para reestablecer la capacidad de dominio estatal.


En segundo lugar, si la fórmula de dictadura burguesa bajo “supervisión imperialista” fallaba, y el esquema se desbordaba, sustituirlo de inmediato por la ocupación militar de tropas norteamericana, vale decir, por una dictadura colonial desembozada.

Es obvio que la victoria electoral de Juan Bosch profundizó la dispersión del poder estatal, aunque ello se realizó bajo el contexto de la plataforma reformista de la “Alianza para el Progreso”.  Sin embargo, la operatividad cotidiana de la dictadura de clase bajo la administración de Bosch, no podía garantizar la plena articulación de los cuadros militares y civiles norteamericanos al proyecto desarrollista.  Aunque el boschismo siempre fue adicto a un discurso anticomunista, acudía también a elementos democrático- burgueses clásicos que chocaban, abiertamente, con las limitaciones propias del discurso y la práctica de la estrategia de seguridad nacional.


Ello escindió, definitivamente, la capacidad estatal, y profundizó la crisis en la sociedad política, decidiendo la burguesía extranjera y su estado, redefinir la alianza con el boschismo e implantar una forma de dictadura más acorde con su estrategia a escala regional y mundial, articulando de manera más estrecha sus cuadros militares de asesoría con los mandos criollos de las fuerzas armadas y policiales , así como una jefatura en la sociedad política leal por su vinculación orgánica (Donald Read Cabral y el Gobierno del Triunvirato).

El golpe de Estado de 1963 y el régimen del Triunvirato son las dos caras de una misma moneda, como intento a fondo de que una dictadura neocolonial “criolla” cumpliera la función histórica de reordenar la capacidad estatal burguesa, sin cumplir con demandas democrático-nacionales que dificultaran la estrategia norteamericana.

Sin embargo, el régimen del Triunvirato adolecía de las mismas debilidades que el Consejo de Estado, en cuanto era una expresión de la relación corporativa puchista de la burguesía tradicional, sin ninguna potencialidad en la sociedad civil, y por sobre todo, sin la experiencia de lucha y práctica de la burguesía tradicional en la lucha de clases muy contradictoria y heterogénea.  El “estado mayor criollo” de la dictadura neocolonial no era una mediación eficiente para garantizar la inserción de la formación periférica, tanto a los esquemas reformistas de la Alianza, como además, a la estrategia contrainsurgente del Pentágono.

La política armada del Estado no podía ser homogénea y coherente, porque los aparatos estatales se habían escindido y las fuerzas armadas habían sido tocadas por la crisis de hegemonía en su variante más aguda:  la incapacidad para sostener el monopolio de la violencia en una fracción de la clase o en una alianza de clases.  Los cuadros militares criollos se fraccionan entre la burguesía tradicional-burguesía extranjera, la burguesía trujillista y el proyecto emergente reformista del boschismo y las capas medias militares.


Insurrección e Intervención: Las Lecciones de la Historia


Este fraccionamiento produce el golpe de Estado del 24 de abril de 1965 dirigido por la oficialidad “constitucionalista” y el contragolpe militar de los sectores oficialistas, movimiento pendular que pretende ser congelado al plantearse una Junta Cívico-Militar cuyo objetivo era negociar en las Fuerzas Armadas las contradicciones históricas de la lucha por el poder, organizando un momento o coyuntura de transición que atajara las demandas democrático-burguesas populares.  Sin embargo no era posible esa alianza de transición en el interior del aparato armado, que ya había sido roto por las fuerzas sociales históricas de relevo al trujillismo.

No es casual, pues, que comenzaran a constituirse órganos de poder político-militar diferenciados, como la Junta Militar de San Isidro o los Comandos Constitucionalistas y el Gobierno de Armas del Coronel Francisco Caamaño.  Dos vías diferentes de superación de la contradicción fundamental, con dos dinámicas distintas.

La primera, constituida por los cuadros armados de la oficialidad comprometida con el esquema de dictadura contrainsurgente del estado norteamericano, y la segunda, en la cresta de la ola histórica que exigía la constitución del pueblo-nación, en un estado democrático-popular, en una dictadura revolucionaria en armas, cuyo corazón político lo constituían los cuadros políticos militares de izquierda y la oficialidad democrática de las fuerzas armadas “constitucionalistas”.

Si bien es cierto que la segunda arrastraba consigo limitaciones históricas que no es el caso tratar en este trabajo, la primera no podía por sus limitaciones de inserción en la sociedad civil, definir por su propia dinámica estratégica e histórica el desenlace de la confrontación ya que el alma del estado neocolonial estaba en su peor crisis histórica.  Es por ello, que, los cuadros civiles y militares norteamericanos integrantes de la alianza contrainsurgente, deciden a corto plazo, sustituir ese aparato en crisis, por una ocupación  militar masiva de las fuerzas armadas y de seguridad de los Estados Unidos, implantando al estado norteamericano como eje de la reorganización política de la formación periférica.


La dictadura militar neocolonial “criolla” de baja participación física de cuadros de la burguesía extranjera es sustituida por la dictadura militar del estado norteamericano, “encabezada” en nuestra formación social por el personal político de la embajada norteamericana, el personal de inteligencia superior y en mando militar de las tropas de ocupación.  Los cuadros “criollos”, pasan inmediatamente a una condición subalterna en la ejecución del viejo “Plan de Contingencia de 1961” que hoy se hacía realidad.

La dictadura militar de ocupación se complejiza, en la medida en que, de manera progresiva se reorganiza el aparato “criollo” desvertebrado por la insurrección, como complemento de toda la infraestructura militar y de seguridad.  En tal sentido la Junta de Reconstrucción Nacional no es más que una cobertura político-jurídica, lo mismo que la Fuerza “Interamericana” de Paz (FIP) en el plano internacional, de forma tal que el estado norteamericano no apareciera como tácticamente lo era, el actor y ejecutor de un crimen de estado contra el pueblo dominicano, contra la nación en armas.

El 28 de abril de 1965 es, pues, el inicio de la instalación de una forma de estado de excepción en una formación social “dominicana”.  Este estado de excepción fue una dictadura del estado norteamericano encabezada en su primer momento por el mando militar de ocupación y los funcionarios y cuadros civiles y de inteligencia, en cuya cúspide estaba el presidente de los Estados Unidos, Lindon B. Johnson.

Cualesquiera otra crisis histórica del estado “dominicano” volverá a colocar en la cúspide del estado de excepción correspondiente al Presidente de los Estados Unidos, no importa su nombre o filiación y eso no debe olvidarlo nadie, de buena o mala fe, porque el ascenso del pueblo nación está signado por la confrontación antiimperialista, confrontación, que pasa, como en abril de 1965 por la lucha diferenciada por un estado popular, democrático, donde la burguesía, como comunidad de los privilegiados no tiene asiento y poder.


El Nuevo Diario
29 de Abril de 1986
Págs. 13 y 31.
Santo Domingo

miércoles, 15 de abril de 2015

Aprendamos de la Insurrección del 24 de abril: Lo que se quería, lo que pasó y lo que podrá pasar

Dr. José Antinoe Fiallo Billini


Profesor de la Escuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y el Área de Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC)


A Jacques Viau Renaud, haitiano y dominicano, muerto en combate en la Guerra de Abril, quien fuera mi compañero de estudios en el 4to. del Bachillerato en Filosofía y Letras en los 
años 1960-1961.

“Todo ha sido prefabricado ordenado por ‘nuestros queridos amigos los Yanquis’… para la consumación de cuyos hechos, como es lógico y natural se han servido de los viejos y nuevos militares comprometidos” (Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez).


INTRODUCCION

Al escoger la temática que me propuse entendí que podía ser más relevante centrarme en un abordamiento del proceso de construcción de algunos componentes o factores que permitieron la maduración de las condiciones para una insurrección militar y popular.  Y como, esa insurrección popular y militar, aportó a la memoria histórica una cierta identidad rebelde que para esclarecerla sería importante el auscultar algunos elementos de ella para poder valorar como se articulan intenciones, planes, espontaneidades, “chepas”, encuentros inéditos, viejos y nuevos liderazgos.

En ese sentido tengo intenciones políticas analíticas claras, que establecen ciertos límites o limitaciones, por lo que les solicito que no esperen que pueda abordarlo todo, ya que me centrare en una cierta búsqueda de algunos hilos conductores “underground”, sutiles, por abajo, a los que debemos ponerle o darle ciertas importancias sustantivas.

Transitando por esas intenciones entendí interesante esta opinión de Carlos Marx:  “…condiciones… tanto aquellas que se han encontrado como las engendradas por su propia acción”.(1)  Este punto de vista aporta la relación muy discutida entre situación y acontecimiento; es decir, como algo que se produce en un contexto o situación agrega, inmediatamente, nuevas condiciones que hacen un poco más compleja la situación.



El mismo Marx agrega en otro texto:  “Pero la aceleración o la lentitud del desarrollo dependen en grado considerable de estas causalidades, entre las que figura el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse este”.(2)  Además de las nuevas condiciones que aporta el acontecimiento (puede ser desobediencia, resistencia, alzamiento, autodefensa, entre otros), es importante el valorar los sujetos involucrados, sobre todo los que desatan, provocan o incentivan el acontecimiento, en términos de sus acciones, mentalidades, respuestas tácticas o estratégicas, porque el componente subjetivo contribuirá a explicar con mayor profundidad el acontecimiento.

Por ello es interesante esta otra opinión de Federico Engels: “En la guerra, sobre todo la guerra revolucionaria, la rapidez de la acción, en tanto no se alcance algún éxito decisivo, es una regla fundamental…  En nuestros días todo el mundo sabe que dondequiera hay una conmoción revolucionaria tiene que estar motivada por alguna demanda social que las instituciones caducas impiden satisfacer”.(3)  En este texto hay dos acercamientos interesantes para los fines de mi abordamiento:  rapidez de la acción y contexto de conmoción revolucionaria, lo que puede ayudar a determinar éxitos iniciales y debilidades posteriores, en términos de extensión de la conmoción y respuestas para su control, manejo, derrota o aplastamiento.

Veamos, al abordar esta temática con ese contexto analítico intencional, que nos va aportando en su trama íntima de construcción insurreccional.

Testimonios y acontecimientos


El entonces Coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez nos aporta lo siguiente sobre el día 24 de Abril de 1965:



“…éramos demócratas… Así fue, cuando se hizo presos a varios oficiales en la Jefatura de Estado Mayor del Ejército fui avisado por el oficial Peña Taveras y decidí hacer preso al Jefe de Estado Mayor y nos comunicamos con todos los recintos en que teníamos compañeros…  Así empezó todo, eran las 12:35 PM…  El plan no contemplaba en absoluto la participación de civiles armados… eso nunca estuvo en nuestros planes…  lo que esperábamos era el apoyo moral del pueblo, pero no su participación activa en los acontecimientos armados.”(4) 

Este dirigente militar constitucionalista, además de definir su vocación inicial como democrática, describe cómo se desata el acontecimiento  a partir de un intento de represión al interior de la oficialidad de la Jefatura del Ejército, acontecimiento que no era parte de un plan previamente establecido, como no lo era lo que sucedió posteriormente:  el armamento del movimiento social y político popular:  “¡Armas para el Pueblo!”.

Se desata el acontecimiento el 24 de Abril, pero ese acontecimiento se da en el contexto de una situación, de un proceso, que había ido aportando elementos, factores, componentes, que van armando un curso  o camino que conformaría posteriormente el “Movimiento Constitucionalista Enriquillo.”

Es interesante el testimonio de Manuel García Germán, militar constitucionalista, quien relata el proceso de construcción de una cierta conciencia militar democrática y sus expresiones políticas y organizativas.  García Germán lo dice de la siguiente manera: “… en el momento que Trujillo desaparece todo el mundo comienza a hacer conciencia y no solo éramos algunos militares subalternos, sino que había algunos coroneles que se manifestaban… Cuando se produjo la huelga general de Enero de 1962, que fue la que culminó con la salida de Balaguer del país, eso llevó a la mayoría de los militares a convencerse…  Duramos más de un mes acuartelados y ello nos hizo reflexionar sobre la vida tan difícil que estábamos llevando, presentándose la coyuntura para organizar un movimiento entre los militares, que no era del 14 de Junio, precisamente, sino de un grupo de militares que íbamos a hacer un pronunciamiento y a conseguir el apoyo del pueblo y del 14 de Junio…  El 1J4 era el pueblo, como quien dice… Ahí nos identificamos muchos militares…  y llegamos a comprometernos, a salir a la calle y tomar la ciudad… cuando el golpe de Enero de 1962 falló, se presentó una oportunidad para elegir los comandos por vía democrática…  A Viñas Román… lo elegimos nosotros…  Pero al margen de ahí estaba todo el equipo… Yo diría que ahí comienzan los principios de una evolución democrática en el Ejército”(5)



Esta primera parte del testimonio de García Germán es sumamente relevante… acontecimientos que aceleran reflexiones (ajusticiamiento de Trujillo, huelga general y golpe Enero 1962), necesidad de crear acontecimientos de democratización militar eligiendo liderazgos militares participativamente, formas organizativas y de decisión colectivas, decisión de operar y actuar en la ciudad cercanos a demandas del pueblo (tomar la ciudad y hacerla segura para un resultado político).

Ese balance entre el 1960, 1961 y 1962 se vio profundizado según nos relata García Germán ampliando su reflexión:  “Vino la masacre del Catorce de Junio (1J4), nos golpeó mucho pero nos reorganizamos…  algunos comenzaron a venderse, otros a recibir prebendas… comienza la corrupción… nos ayuda muchísimo porque comienza a crear malestar entre los militares y cataliza el movimiento real…  El movimiento lo comienzan los constitucionalistas… lo dirige Rafael Fernández y el Coronel Hernando Ramírez… inclusive llegó a incluir a Lachapelle, quien jugó un papel importante en la revolución…  nos ayudábamos mutuamente… era como una cooperativa…  Luego se incorporaron los reformistas, el grupo balaguerista.  Nosotros íbamos más allá… contacté al Catorce de Junio…  yo era catorcista…  La revolución estalló y no había una consigna clara y no había un acuerdo claro… ¿y por qué estalla así?...  porque nosotros teníamos un acuerdo claro con los militares de que si se tocaba a uno solo de nosotros dentro o fuera, íbamos a actuar de inmediato…  Y así se da el golpe de estado, sin haber tenido un solo acuerdo”.(6)

Este testimonio es muy interesante porque describe un proceso difícil, tortuoso, exigente de definiciones:  se reorganizan luego de derrotas, valoran elementos de canalización, asumen decisiones en grupos o colectivos, deciden ir más allá de lo conservador tradicional y adoptar alguna decisión de acciones en caso de represión o agresión a uno de los integrantes de la “cooperativa militar”.  Desatar algo en caso necesario aun todo no estuviera bien claro, definido o perfilado.  Los acontecimientos se inician muchas veces de esa manera y retan a la continuidad del camino abierto sin que necesariamente sepamos donde conduce.


Héctor Lachapelle da declaraciones a la prensa.

Por ello es importante prestar atención a otro testimonio, en este caso, del oficial constitucionalista Héctor Lachapelle que reflexiona aportando datos e informaciones, así como valoraciones muy interesantes.  Lachapelle nos dice:  “… en la mentalidad de la oficialidad joven de aquel entonces, una oficialidad no revolucionaria pero si conciente de su rol, de su papel como oficiales de las Fuerzas Armadas de que se respetara lo que hoy se conoce como voluntad popular y que en aquellos tiempos no se le decía así… Es entonces cuando el Coronel Fernández Domínguez comienza a estructurar este movimiento… De su escritorio, en la academia, saca lo que los militares llamamos escalafón (un listado de los oficiales de cada rama, que van del mayor al menor rango); saca ese escalafón y me dice: ¿A quién de estos oficiales podemos hablarles para que estructuremos un movimiento para evitar el golpe de estado?...  el movimiento empieza a tener ramificaciones…  oficiales de infantería, de tanques, pilotos, hasta la marina de guerra… comandante de la compañía antiguerrilas…  Nunca planificamos para enfrentarnos al ejército norteamericano…  Esa fue una eventualidad que no contemplamos…  previmos resistencia, pero principalmente del CEFA”.(7)

El aporte de esta reflexión introduce algunos nuevos elementos o factores: la cuestión generacional y la mentalidad que está en desarrollo como una construcción especifica de demandas democratizadoras en relación al estado y los gobiernos, en una estrategia que por diferentes razones no asumía la geopolítica del imperialismo yanki.  Se organiza el movimiento político militar, se ramifica y extiende, se produce el acontecimiento insurreccional del 24 de Abril y sus consecuencias inmediatas incluyendo la intervención militar imperialista, evento no contemplado como eventualidad y que nos aporta una lección para el análisis, la estrategia y las acciones.


Una interrogante: ¿Por qué esos militares y esa reflexión?

Luego de pasar revista a esos testimonios y sus reflexiones debemos preguntarnos ¿por qué surgen militares con esa mentalidad, esas reflexiones, esos caracteres y esas opciones de democratización, incluso en sus mismas estructuras de poder de la sociedad política ramas armadas?  Si intentamos algunas respuestas quizás podamos ver con mayor claridad la situación y el acontecimiento, buscando algunas raíces.

Sugiero que pensemos reflectivamente el proceso, lo que nos ayudaría a entender el hoy y prever para lo que está por venir:

3.1  Luego del cierre de la década de los 40 (luego de 1948), y, sobre todo a inicios de los 50, la tiranía trujillista, decide, por necesidad de consolidar sus estructuras y mecanismos estatales de opresión, ‘modernizar’ componentes importantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, para poder expresar también su voluntad geopolítica en el Área del Caribe.  En ese sentido se adquieren nuevos armamentos, se organizan nuevas unidades operativas, se requiere de nuevas formaciones y saberes que generan necesidades de nuevos contactos regionales y mundiales.

   Surgen y se combinan nuevas generaciones de oficiales, nuevos saberes, nuevas formas organizativas y por tanto elementos de nuevas mentalidades y significatividades.  Se van generando y sin aparentes conflictos inmediatos, potenciales contradicciones dentro del aparato trujillista de dominación a partir de una ‘modernización’ que tiene como punto de partida la ‘vieja guardia’ y el liderazgo autoritario de la jefatura, hasta los inicios de la variante ‘contrainsurgente’ de los primeros años de la década de los sesenta (1961 y 1962).  Una ‘modernización’ que comienza en la tiranía y continua en la post-tiranía seudo democrática al amparo de la “Alianza para el Progreso” y las asesorías del “Grupo de Asesoría y Asistencia Militar (MAAG)” y la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID).  Esta estrategia se encuentra en un contexto de demandas democratizadoras y de justicia social relegadas que se expresan en movilizaciones sociales, expresiones políticas populistas o radicales, organización creciente de sociedad civil desde abajo (sindicales, campesinas, estudiantiles, territoriales urbanas o barriales, religiosas, mujeres, etc.).

3.2    Por otro lado y como consecuencia de las luchas políticas, sociales y partidarias, se desarrolla la propuesta de “modernización” populista democratizadora planteada por el perredeismo y el boschismo, que aunque auspiciaba otra dinámica desde arriba, abría contradictoriamente acontecimientos de relevo militar, reforma de  estructuras de unidades militares y de seguridad, menor uso de la coerción y violencia estatal y de la sociedad política y por tanto de su componente armado, es decir, Fuerzas Armadas y Policía.

      De hecho se reducían las funciones de violencia de las unidades policíaco-militares y se planteaba el desarrollo y crecimiento de las funciones cercanas a resultados sociales y redistributivos.  Su impacto inmediato eran ciertos límites a la acumulación capitalista (originaria y ampliada) y el reto de reflexionar y proponer nuevas funciones militares menos coercitivas y más asociadas a la defensa de una alternativa populista y desarrollista.  Ello requería de espacios nuevos de reflexión, organización, reestructuración militar que superaran política y generacionalmente la vieja guardia y las nuevas modernizaciones contrainsurgentes, variantes ambas centradas en el autoritarismo, la coerción y la centralización de decisiones.

3.3   Por ello surgen nuevas propuestas de reforma militar, es decir, la modernización por la vía de ciertas transformaciones que afectaran determinados intereses corporativos militares y burgueses nacionales e internacionales.  En el fondo esta propuesta acentuaba el intento de democratizar la relación estado-sociedad y gobierno-estructuras militares, lo que conllevaría y abarcaría las propias formas organizativas militares.  La propuesta de reformar o modernizar la sociedad centrada en el trabajo (Constitución 1963), la superación de la condición de “hijo de machepa”, sin autoritarismos y linajes escogidos (aun no fuera su intención explicita) produjo una cierta radicalización en la reflexión militar tratando de superar la condición de apoyatura incondicional de las decisiones jerárquicas y verticales, obedientes y no discutibles, comenzando a trillar el camino de convertir progresivamente al “militar” en ciudadano integral.

               

Reforma militar y propuesta política


Por las razones anteriores es importante rescatar algunos otros testimonios y relatos que confirman nuestra apreciación sobre la relación entre el proceso, la reflexión y las propuestas de reforma.

La Sra. Arlette Vda. Fernández, viuda del Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez, nos aporta la siguiente apreciación: “… Ya Fernández Domínguez y sus compañeros… planificaron cuidadosamente reformar drásticamente las Fuerzas Armadas Dominicanas, o sea, volverlas profesionales y sacar la corrupción, sacando de circulación lo que se llamaba en esa época la Guardia Vieja o Trujillista”. (8)

Llama la atención la actitud ‘planificadora’ de reformar ‘drásticamente’ las Fuerzas Armadas, no una simple ‘modernización’ de lo viejo, sino incursionar en el protagonismo de lo nuevo sacando de las Fuerzas Armadas la oficialidad que impedía ese proceso.

Las intenciones y propuestas de reforma político-militar son claramente expresadas por el propio Coronel Fernández Domínguez en un texto original mimeografiado cuando define los alcances del movimiento que el encabezaba:  “…un grupo de oficiales jóvenes y de principios claros y definidos… procuraron el contacto de otros de igual condición y sentimientos… para impedir que aquellos sectores militares capitaneados por ambición de poder y el lucro personal…  la misión de todo militar honesto era, es y sería la de respetar la voluntad de las grandes mayorías…. Así como ha juzgado ya la historia a los actos oficiales que por ambición se pusieron al servicio de intereses extranjeros de una parte, y de intereses criollos antinacionales de la otra parte; con el fin exclusivo de imponer el poder dictatorial, como el trayecto más expedito, para hincharse en millones y… de crímenes… Estos tendrán sus banquillos… Sobre estos se levanta el acusador de todo un pueblo, como una sentencia inapelable”. (9)
Este texto anterior a la Insurrección de Abril de 1965 es esclarecedor del proceso hacia una cierta radicalidad político-militar: jóvenes oficiales, principios claros, impedir lucro y ambición de poder, para respetar voluntad mayorías, contra intereses extranjeros y antinacionales con su dictadura, por lo que, serán llevados al banquillo de los acusados aunque el pueblo ya los acusa.

Es una visión y doctrina para la reforma drástica de las Fuerzas Armadas, con actualidad para el hoy, por cierto, donde se induce a las nuevas generaciones de oficiales al desarrollo de sentimientos democráticos, participativos y deliberativos por la justicia y con capacidad del juicio histórico.  Sin transacciones con los que se enriquecen y cometen crímenes, señalando sujetos, responsabilidades y balances sin hipócritas reconciliaciones y perdones.


Acontecimientos, incertidumbres y la función de lo inesperado en las calles


La activación de lo militar-político democratizador produce el acontecimiento insurreccional en su primer momento y éste se desplaza con dificultad, porque no existe una estrategia, un plan armónico, una apreciación estratégica de naturaleza holística o global, por lo menos, en lo fundamental.

Todo acontecimiento desata nuevas circunstancias teniendo, como decíamos, el contexto del proceso cruzado por sucesivas “modernizaciones” (trujillista, contrainsurgente, boschista y radical-democráticas), con sus intencionalidades, las que producen una acumulación de nuevas condiciones, no solo en la corporación o cuerpo militar sino en la cotidianidad y la espontaneidad de la calle.

El 24 de Abril es acontecimiento y entre ese día y el 27 de Abril se producen eventos nuevos, imprevistos, que entran a jugar su papel en un contexto de ‘no-estrategia’.  Otros testimonios evidencian la necesidad de no despreciar lo espontáneo, lo que “por chepa”, casualidad, se presenta de improviso y agrega su contribución como práctica.

Nos relata Narciso Isa Conde:  “No había una conducción visible del proceso…  Francis hizo referencias al repliegue del PRD y nos dijo que ellos estaban dispuestos a pelear hasta las últimas consecuencias con los que estuviéramos dispuestos a dar pelea, sin importarles que fueran o no comunistas…  Entonces le planteamos la necesidad urgente de una orientación político-militar…  insistimos en lanzar un manifiesto… planteamos que lo hiciera el “Comando Militar Constitucionalista” como expresión del movimiento militar que permanecía encabezando la insurrección”. (10)

Isa Conde se está refiriendo a un encuentro casual, fortuito, en una calle de la Ciudad de Santo Domingo entre varios militares (entre ellos el Coronel Francisco Alberto Caamaño) y varios dirigentes comunistas del entonces todavía Partido Socialista Popular (PSP) que circulaban en ella por diferentes razones.

Ese escenario es descrito por José Israel Cuello Hernández haciendo algunas precisiones y aportando el dato de la advertencia sobre la intervención yanki no contemplada inicialmente en las respuestas del levantamiento militar y su ulterior desplazamiento.  Cuello, quien se encontraba con Isa Conde, dice lo siguiente: “En las calles un pueblo parcialmente armado y las izquierdas, con escaso contacto con los núcleos militares que, sin cabeza visible, también se empeñaban en evitar el colapso total del movimiento… no había pues, al caer la noche sobre la ciudad y el país, ni cabeza política, ni coherencia militar… Pedro Mir con la lucidez que todavía no ha perdido, planteó esa noche la inminencia del desembarco norteamericano…  el texto del documento del Comando Militar Constitucionalista, redactado fundamentalmente por Asdrúbal Domínguez y por mí y aprobado por Caamaño”.(11)

La descripción del momento por Cuello es precisa:  pueblo armado, sin cabeza y coherencia visible, sectores tratando de superar las debilidades evidentes que emergen, visiones lucidas que advierten y militares e izquierdistas-comunistas plasmando un texto-acuerdo para impulsar la coherencia y construir un momento con dirección articulada diversa.

El documento del Comando Militar Constitucionalista (12) propone una alianza y define un poder:

                “…la unidad de civiles y militares armados”.
                “…no hay formas de vencer al pueblo en armas”.

Estos dos párrafos son reveladores, de que, en algunas horas hay reformulaciones y reorientaciones:  la unidad de civiles y militares armados construye al pueblo en armas que surge como un sujeto nuevo, poderoso, porque es la asunción de la condición ciudadana integralmente por el ejercicio de la soberanía en la calle.  Hay una reformulación inmediata de la doctrina militar convencional que inicialmente trato, como decimos en un texto nuestro (13) “congelar las contradicciones en el contexto del ‘territorio’ militar, sin comprender que la dinámica del golpe (constitucionalista, N.A.) estaba inserta en una dinámica de masas democrático-burguesa a escala territorial, sobre todo urbana y que la política de las armas había encontrado ya un espacio superior para dirimir sus definiciones históricas”.

Esa nueva dinámica de la nueva ciudadanía integral en la calle produce un reencuentro de sujetos, un punto de encuentro que tiende a igualar protagonistas.  Por ello, en otro texto nuestro afirmábamos que ello se produce cuando “elementos, tanto de la vieja sociedad política en crisis como la sociedad civil insurgente confluyen en puntos de acercamiento más asociados a lo democrático, a lo ‘civil’, a lo no convencional, a la emergencia o eclosión de fuerzas masivas donde convergen intenciones y espontaneidades, donde lo armado se redistribuye y no se especializa y donde lo político-democrático se hace evidente y asumido por lo militar:  el militar se reconoce como político y el político civil se arma, se hace militar, un reencuentro total de la naturaleza de los y las ciudadanos y ciudadanas”.(14)

Esa condición integral de ciudadano-armado reformula la doctrina militar burguesa cuando se asume la autodefensa, se extiende ella, se hace participativa, se democratiza al ser demanda de la sociedad civil de abajo, de las clases y agrupamientos excluidos, desmonopolizando al estado o sociedad política del armamento y el ejercicio de la violencia.  Ello, al surgir unas nuevas organicidades desde los nuevos encuentros no planeados, las espontaneidades en curso, las necesidades de respuestas y las búsquedas difíciles  de estrategias en los hechos abrumadores de las calles como hervideros de rebelión y nuevos poderes.

Nuevos testimonios nos hablan de respuestas que combinan lo que se tenía acumulado y la necesidad de adecuarse a circunstancias de alzamiento y guerra urbana de semi-posiciones.  Baby Mejía, dirigente del Movimiento Revolucionario 14 de Junio nos entrega esta perspectiva:  “El Buró Militar del 1J4 tenía más de un año trabajando con los conspiradores en el movimiento para el levantamiento militar… era el único organismo del 14 de Junio que mantenía una autonomía dentro de la organización que estaba prácticamente paralizada por la lucha interna…  cuando estalló la guerra, esos cuadros los repartimos entre todos los comandos”.(15)  Y Mejía agrega en cuanto a la inserción urbana del catorcismo:  “… es el Buró Militar el que decide tomar las azoteas de Ciudad Nueva al inicio de la guerra y crear las Unidades Móviles… la idea nos vino del tractor que el Che convirtió en una unidad blindada en Santa Clara…  Esas unidades móviles tenían como punto fundamental fortalecer los puntos débiles de combate”. (16)


Si bien es cierto el aporte de Mejía, además había que agregar, que varios dirigentes del 14 de Junio estuvieron entre 1960 y 1962 en Venezuela cuando las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) desarrollaron la experiencia de las “Unidades Tácticas de Combate” (UTC) en zonas urbanas venezolanas y por tanto en la memoria catorcista, aún no admitido, fueron referentes de la organización territorial de los cuadros políticos-militares del 1J4.

Es importante en ese sentido reflexionar sobre la inserción de diversas organizaciones de izquierda en el acontecimiento para comprender por qué la insurrección, a pesar de tomar nuevos cursos en los encuentros de las rebeliones callejeras, no pudo extenderse, rápida y masivamente como acontecimiento urbano-nacional. 

Por ejemplo, en el Partido Socialista Popular (PSP) hegemonizaba una cierta visión obrerista de aparato partidario con sectores que se diferenciaban de las opciones de armar la política como guerrilla.  El Movimiento Popular Dominicano (MPD) transitaba del populismo urbano radical original a intentos de guerrilla rural sin una comprensión actualizada de las nuevas insurgencias urbanas cívico-militares.  Por último, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio salía de la experiencia de una doble estructura política y político-militar (la “infraestructura”), derrotas en la implementación de guerrillas rurales antigolpistas y sorpresas ante el fenómeno rápido y complejo de la insurgencia urbana cívico-militar.

Sin embargo, agregaron al acontecimiento, incorporaron al acontecimiento, militantes, organizaciones con ciertas decisiones insurgentes y algunos elementos políticos para reforzar los nuevos poderes políticos armados de base: los comandos consitucionalistas.


Conclusiones


La reflexión de lo político-militar es importante si ella se hace en un contexto de relación con la sociedad como organicidad de relaciones sociales, con las demandas populares, con las demandas sociales del pueblo como mayorías excluidas.  En ese sentido es acertado repetir el acercamiento de Federico Engels cuando nos sugiere: “En nuestros días todo el mundo sabe que dondequiera que hay una conmoción revolucionaria tiene que estar motivada por alguna demanda social que las instituciones caducas impiden satisfacer”.(17)

Esta reflexión debe tener como consecuencia más o menos mediata la creación de nuevas formas de organización político-militar comprometidas con la calle, es decir, con lo que sucede cotidianamente en la vida de la gente y sus urgencias, sus autogestiones y autodefensas comunitarias.  Es interesante la opinión de Carlos Marx en el sentido de: “… organización corpórea de los individuos…  condiciones de vida…  tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia acción.”(18)

La reforma militar es parte de una reforma o transformación radical del estado, para lograr una reorganización que sea dialógica, cooperativa, significativa y popular.  Por tanto debe ser capaz de catalizar (acelerar) el movimiento real.  Es acertado de nuevo el aporte de Federico Engels, asumiendo esa urgencia no desarrollada en la Insurrección de Abril, cuando decía:  “En la guerra, sobre todo la guerra revolucionaria, la rapidez de acción, en tanto se alcance un éxito decisivo, es una regla fundamental”.(19)

Evidentemente, la Insurrección de Abril necesitaba de una rapidez entre el 25 y 27 de Abril, que no fue posible alcanzar y que podría haber creado las condiciones para una confrontación adecuada con las tropas del imperialismo yanki.  Es importante tener en cuenta la diversidad integrada intencional o espontáneamente al acontecimiento, lo que puede en ocasiones dificultar la cohesión rápida de fuerzas.  El mismo Engels lo sugiere así:  “Lo mismo que en todas las guerras insurreccionales en las que los ejércitos son mezcla de soldados adiestrados y reclutas sin preparación…”.(20)  O, agregamos, con diversidad de preparación y de concepciones sobre la guerra.

Articularse estratégicamente al movimiento real, en unidades territoriales compartidas como lo fueron los Comandos Constitucionalistas, sin estar separados, operativa y socialmente de las comunidades donde ellos estaban insertos, porque de lo que se trataba y trata es de una estrategia de universalización y articulación de ciudadanos y ciudadanas.

Es, en ultima instancia la definición de una estrategia del desarrollo social transformador, de naturaleza global y no solo sectorial, que sea capaz de prever, de esclarecer diversos escenarios y de manejar incertidumbres potenciales, con una visión clara, con acuerdos claros, centrados en la soberanía popular, planeando diversas posibilidades de respuestas ante formas o acciones opresivas, endógenas o exógenas de control, intervención o invasión, sobre todo imperiales y contrainsurgentes en contraposición a las que se sostengan en la opción política de la tesis reaccionaria “…de la vieja amistad y solidaridad común entre los dos países (Dominicana y Estados Unidos, N.A.)… por razones históricas y geopolíticas…”(21) como lo manifestara el actual Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.

La reforma, transformación o revolución militar o político-militar como reforma, transformación o revolución político-militar en la sociedad política para hacer mayor responsabilidad de la sociedad civil los poderes y las autogestiones y las autodefensas, no puede obviar los juicios históricos, incluso en la propia interioridad  estrictamente militar, para esclarecer su identidad, y ello supone una verdadera revisión de la historia militar-política o político-militar, en sus experiencias y momentos o acontecimientos mas relevantes.  Desde un acontecimiento especifico hasta la lectura y comprensión del proceso o situación.

En el caso de la Insurrección de Abril de 1965, hay juicios aparentemente antiguos de Federico Engels que nos sugieren la naturaleza victoriosa de una estrategia de naturaleza expansiva y ofensiva, y no la naturaleza débil de un acontecimiento restringido y defensivo.  Engels había dicho:  “…se había demostrado que la invencibilidad de la insurrección popular en una gran ciudad era una ilusión,”(22) a pesar de los esfuerzos constitucionalistas por romper aislamientos y extender la insurrección en localidades del interior; dijo Engels además que “la defensiva es la muerte de todo alzamiento armado”(23) y obviamente el aislamiento en la gran ciudad sello una dinámica defensiva del proceso insurreccional, muy condicionada además por la naturaleza organizativa y de mentalidades de los sujetos político-militares y político-sociales.

Por otro lado es importante estudiar y reflexionar sobre los sujetos sociales insurgentes, sus identidades, sus diversidades, sus potencialidades estratégicas, incluyendo las respuestas creativas rápidas y ofensivas (habilidades de construcción alternativa en el camino o dentro del camino iniciado):  movimientos sociales (obreros, barriales, estudiantiles, profesorales); militares profesionales; militantes políticos armados o militarizados; militantes políticos no armados o no militarizados; fuerzas sociales espontáneas cíclicas (nuevos grupos urbanos de pobres y excluidos, agrupamientos de mujeres); puntos de encuentro o ‘no lugares’, de socialización y conspiración significativos y espontáneos de variada significación.  Ello es necesario para poder identificar articulaciones, redes, coberturas de la extensión territorial y control de la comunicación y los desplazamientos, para determinar el valor estratégico de la experiencia.

Y en la apropiación política del proceso, hacer una revisión a fondo de la historia político-militar para desmitificar y pasar balance a la herencia insurgente que permite establecer la legitimidad verdadera en la política armada insurgente de naturaleza popular, democrática y revolucionaria en distintos acontecimientos de un largo proceso.

Es de relevancia el rescate de la insurgencia cimarrona, sus manieles y palenques hasta la insurrección de Boca de Nigua en 1796 con la formación de ‘batallones’ y el proyecto de ‘republica’ independiente influenciada por las luchas del Saint Domingue; las guerrillas antifrancesas sureñas de Ciriaco Ramírez hasta la Conspiración de los Italianos en una dimensión caribeña de la influencia venezolana de Miranda; la construcción de la Sociedad Secreta político-militar “La Trinitaria” con su estructura de dirección y organizativa que llevo al “Comité Militar Revolucionario” o “Insurreccional” de 1844 (verdadero origen de la organización político-armada nacional y no el santanismo traidor) y luego a la organización de la “Comisión Militar de Santo Domingo” presidida por Juan Pablo Duarte; la insurgencia cibaeña de la Revolución contra la dictadura baecista en 1857, el doble poder y las fuerzas políticas armadas contra la institucionalidad a la que habrá que ‘poner coto’; la creación de una guerra de liberación nacional contra el anexionismo españolizante en 1863 desde el ingreso de una unidad móvil guerrillera por la frontera hasta la generalización de una “guerra silenciosa” que aisló ciudades y puertos, que tomó ciudades y que confronto la ‘guerra artesanal’ a la ‘guerra de academias’: guerras regionales contra el anexionismo proyanki de la dictadura de Buenaventura Báez desde el 1869 en el contexto de guerras anticoloniales y gritos de independencia en el Caribe (Yara en Cuba y antes, Lares en Puerto Rico); experiencias de sociedades políticas y ligas ciudadanas articuladas a alzamientos, conspiraciones y expediciones armadas desde el exterior entre los años 1874 y 1899, a partir del planteamiento de Pedro Francisco Bonó en 1856 de organizar una “Guardia Cívica” que reemplazara la militarización oligárquica, proanexionista y proyanki que ha predominado como proyecto de dominación; estudio de la naturaleza espontánea a partir del sentido común de sobrevivencia y apropiación del territorio rural de las guerrillas campesinas contra la ocupación militar del imperialismo norteamericano de 1916 a 1924, haciendo énfasis en las aldeas y localidades que responden a las estrategias de expansión de los cultivos de agro exportación; conocimiento y análisis de contradicciones y conflictos en el interior de las fuerzas militares de la tiranía trujillista como el complot o conspiración del General Vásquez Rivera en la década del 30 o la conspiración de los Sargentos a finales de la década de los 50, asumiendo además la naturaleza estratégica y organizativa de las expediciones armadas de Cayo Confites, Luperón y el 14 de Junio en las décadas de los 40 y 50; rastrear la configuración y construcción de las organizaciones de izquierda con estructuras político-militares como la ‘Infraestructura’ del Movimiento Revolucionario 14 de Junio en la década de los 60, sus modalidades, conflictos, variantes insurgentes (guerrillas rurales, núcleos de apoyo urbano, aportes técnicos-ideológicos, naturaleza generacional y de las mentalidades, etc.).

Una reflexión minuciosa, por lo tanto, porque vendrán momentos y acontecimientos que desplegaran urgencias insurgentes en este contexto capitalista neoliberal, y es importante estructurar una memoria minuciosa de las experiencias históricas.  En ese sentido resulta importante evocar de nuevo la expresión de Carlos Marx cuando nos recuerda:  “Pero la aceleración o la lentitud del desarrollo dependen en grado considerable de estas causalidades, entre las que figuran el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse éste”.(24)  Evidentemente el carácter es una subjetividad que se construye y que posee un conjunto de reservas actitudinales y comprensivas que permiten manejar adecuadamente el curso de un acontecimiento, lo que incluye lo supuestamente inesperado, pero también lo que se requiere como construcción democrática y participativa, incluso en lo ‘militar’ y ‘policial’, es decir, como parte de la revolución política en la sociedad política.

En ese sentido es interesante utilizar como ingreso a las palabras finales la siguiente noticia aparecida en un Diario de circulación nacional el Martes 29 de Junio del 2004:  “Diez oficiales de la Policía Turística (POLITUR) fueron cancelados por exigir un sueldo, que de acuerdo al relacionador público de la institución no les corresponde…  Rodríguez justifico la acción argumentando que los agentes no siguieron los mecanismos institucionales para hacer el reclamo sino que se ‘amotinaron’ en el despacho de su superior… El vocero explicó que la policía es una institución donde la disciplina es fundamental… Antes los agentes habían enviado notas a los noticiarios de televisión dando cuenta de la situación”(25)

O algunas diferencias que afloran de la siguiente manera:  “El jefe de la Fuerza Aérea Dominicana admitió que altos oficiales podrían estar en desacuerdo con convertir el aeropuerto Joaquín Balaguer, en el Higüero, en un comando de operaciones, pero que no actuará contra ellos ‘porque de pensar a hacer hay mucho trecho”.(26)

Estos dos ejemplos muy recientes nos dan razón en relación a la intención de nuestra reflexión.  Recordamos que en párrafos anteriores citábamos a Pedro Francisco Bonó y su propuesta de “Guardia Cívica” en 1856.  Textualmente Bonó dijo:  “...el remedio mas eficaz y oportuno es organizar la Guardia Cívica… bajo un sistema liberal, civil, elegible y dependiente del poder municipal… hacerla su defensa bajo un régimen liberal como el de nombrar ella misma sus jefes…”.(27)

La perspectiva de los militares constitucionalistas democratizadores, de hacer la participación generalizada, reconociendo las demandas sociales, la deliberación y resolución democrática y la democratización de las estructuras sigue teniendo vigencia en relación a la invocada disciplina al mal gobierno o a la visión de opiniones sobre las decisiones justas técnicas, políticas y procedentes frente a las decisiones politiqueras y coyunturales del mal gobierno, de antes, de ahora o de mañanas.

La ciudadanización total de la sociedad política; la ciudadanización de la “guardia” es una demanda y una urgencia de la tradición democrática dominicana, tanto del liberalismo progresista del siglo 19 como de la reflexión y la acción de ‘militares’ y ‘civiles’ contemporáneos que como cooperativa de justicia, deciden que es necesario transformar, cambiar, fundiéndose en un mismo acontecimiento liberador a partir de las experiencias del nuevo poder que surge de palenques o de barrios.

Es bueno, para cerrar nuestra reflexión, citar los testimonios de varias épocas históricas de esos acercamientos y fusiones en el acontecimiento, de militares y civiles, para hacer al ciudadano o la ciudadana integral.  Rafael Taveras, en ese momento dirigente de izquierda y participante en el acontecimiento nos dice:  “…ví al primer ciudadano armado en la calle:  era Diómedes Mercedes…  Los militares bajan al pueblo… comenzaron a descender a las ciudades… esa situación de descenso de los militares del campamento hacia las ciudades comenzó a reunir a muchos soldados con civiles.(28)  Por su parte el Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez aportaba en un texto suyo del 8 de Abril de 1965, pocos días antes del acontecimiento insurreccional:  “…mientras sigo con el pie en el estribo para formar vanguardia junto a los hombres decididos”.(29)

Bajar al pueblo y formar vanguardia es una lección del acontecimiento que obliga a una reflexión que nos acerca, a la sugerencia de Eugenio Deschamps (intelectual y dirigente de unidades civiles armadas) en 1890:  “Hombres valientes, inteligentes y buenos, que organicen batallones para mantener el orden y que se cuelen en las sociedades populares a aplaudir y aun promover el espíritu revolucionario”.(30)

La crisis históricas, y vivimos en una, generan situaciones prolongadas de conflictos y en ellas surgen acontecimientos insurgentes; surgirán acontecimientos insurgentes en nuestro país, inexorablemente, con rasgos de lo imprevisto y sorpresivos.  Pero las experiencias deben servir para construir reflexiones, reflejos y respuestas que hagan posible creaciones rápidas, extensivas y apropiativas en y de los escenarios de las transformaciones, de las revoluciones sociales necesarias.

Bajar al pueblo, formar vanguardia (no de esclarecidos e iluminados, sino de decididos) y estar en las sociedades populares para promover el espíritu revolucionario, es una dialéctica para ‘civiles’ y ‘militares’ que deciden ‘cooperar’ para transformar y hacerse ciudadanos y ciudadanas, iguales, en la calle, armados y participantes.  Tarde o temprano ello volverá mas temprano que tarde a ser acontecimiento y la experiencia debe servir para alcanzar lo que no hemos todavía podido lograr: “Por eso estamos luchando:  para implantar la libertad y desterrar la opresiones”,(31) como dijo el Coronel Fernández Domínguez en 1964.

Así sea.  Así será.


CITAS Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS

La Ideología Alemana.  En “Obras Escogidas de Marx y Engels”.   Tomo I.  Pág. 12, Ed. Progreso.

Carta de Marx a Ludwig Krugelman el 17 de Abril de 1871.  Obra citada. Pág. 445.

Revolución y Contrarrevolución en Alemania.  Obra citada.  Pág. 308.

Revista Ahora.  No. 1200, 30 de Abril 2001.  Págs. 50 y siguientes.

Abril 1965.  Fidelio Despradel.  Pág. 40.  Ediciones Trinitaria.  2000.  Santo Domingo.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 58.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 63

Abril 1965.  Ob. Cit. Pág. 73.

Al Pueblo Dominicano.  Abril 1965.  Ob. Cit.  Págs. 84 y 85.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 96.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 97.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 97.

Fiallo Billini, Jose Antinoe.  24 y 28 de Abril de 1965:  Historia de la Política Armada.  El Nuevo Diario.  15 de Julio 1985.  Pág. 11.  Santo Domingo.

Fiallo Billini, José Antinoe.  La Revolución de Abril:  El Ayer para el Hoy y el Mañana.  Periódico “Caribe Soy”.  Marzo-Abril 1997.  Págs. 4 y 5.  Santo Domingo.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 71.

Abril 1965.  Ob. Cit.  Pág. 93.

Revolución y Contrarrevolución el Alemania.  Obras Escogidas.  Pág. 308.  Ed. Progreso.

Obras Escogidas.  Tomo I.  Pág. 12.  Ed. Progreso (Fenderbach: Oposición entre las Concepciones Materialista e Idealista).

Ob. Cit.  Pág. 363.

Ob. Cit.  Pág. 391.

Military Review.  Reproducción entrevista Teniente General Soto Jiménez.  Revista de las Fuerzas Armadas.  Año LXVII.  No. 332.  Pág. 24.

Ob. Cit.  Pág. 353.

Ob. Cit.  Pág. 385.

Carta a Ludwig Krugelman (17 de Abril 1871).  Ob. Escogidas Cit.  Pág. 445.

Diario Libre.  Cancelan a 10 oficiales de la POLITUR.  29 de Junio del 2004.  Pág. 8.

Diario Hoy.  Aeropuerto: Higüero tampoco sirve para uso militar.  1ro. de Junio 2004.  Pág. 1.

Citado en:  ¿16 de Mayo o 23 y 24 de Abril?:  Propuestas Intencionalmente Provocadoras para la Transformación Política Dominicana.  Foro Permanente Ciencias Sociales.  INTEC.  Área Ciencias Sociales.  11 de Mayo 2004.

Testimonios de Abril.  Ediciones Bloque Socialista.  Ed. Corripio.  1982.  Pág. 41.

19 de Mayo:  Un Día al Soldado Democrático.  Instituto de Historia y Antropología. UASD.  Pág. 45.  2002.

Carta a José Dolores Pichardo.  En: “Eugenio Deschamps: Político y Periodista.  Julio Jaime Julia, Compilador.  Ed. Centenario.  Pág. 407.  2004.

19 de Mayo.  Obra citada.  Pág. 74.


NOTA: Ponencia Presentada verbalmente en Abril 2002 y cuya redacción definitiva fue concluida en Julio del 2004. Coloquio “La Revolución de Abril”, Abril 2002. Local Academia Dominicana de

Historia, Santo Domingo.